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Usuari:Smariaro/proves

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Luis José de Borbón, Duque de Vendôme, descendiente del rey Enrique IV de Francia, alcanzó el grado de mariscal durante el reinado de Luis IV, participó en la guerra de Sucesión española, en apoyo de Felipe de Anjou (Felipe V), y murió en 1712 en Vinaroz, dicen que por culpa de un atracón de langostinos. Pero antes puso de moda -en círculos aristócratas de la época- las aguas de Benassal, un pueblo del Maestrazgo castellonense que a finales del siglo XVII y principios del XVIII no estaba casi ni en el mapa y no disponía de caminos aptos, mucho menos para que pudieran transitar con cierta comodidad carruajes con gente de alta dignidad y exigencia. Ocurrió que el Duque de Vendôme sufrió un ataque de riñones y que alguien de su séquito le indicó -porque lo supo de otros- que podría curar si acudía a beber las aguas de una fuente que estaba en un pueblo tierras adentro, Benassal. Y allá que se fue. El duque expulsó las piedras que le atormentaban y sanó, por lo que mandó arreglar caminos y divulgó las virtudes del lugar. A partir de entonces se fue extendiendo la fama curativa de las aguas de una fuente que quedó bautizada como En Segures. El alcalde actual de la localidad, Baudilio Martínez, explica que tal nombre se debería «al carácter muy seguro del manantial, porque, aunque modesto (11 millones de litros al año), se mantiene bastante estable incluso en los periodos de sequía». Pasó el tiempo, prosiguió el 'boca a boca', y la popularidad medicinal de la fuente En Segures comenzó a atraer a más gente a Benassal, haciendo que buena parte de la economía del pueblo comenzara a depender del agua. La afluencia de visitantes condicionó que se abrieran fondas y albergues para acomodarlos. El pueblo fue creciendo, se construyeron nuevas casas y hostales alrededor de la fuente, algo apartada del casco urbano del pueblo. Después se hicieron chalets, hoteles... El siglo pasado, Benassal era uno de los lugares más típicos de veraneo para muchas familias valencianas, castellonenses y también de lugares de Cataluña, sobre todo de Barcelona. Unos acudían por tener dolencias renales; otros, simplemente por prevenirlas 'tomando las aguas', o por disfrutar de un lugar apacible, con bellos paisajes en plena montaña del Maestrazgo. En 1928 se consiguió la declaración oficial de Utilidad Pública para las aguas de la Fuente en Segures, pero el gran boom se generó en los años 50 y 60 cuando el doctor Puigvert, afamado nefrólogo barcelonés de prestigio internacional, recomendó a muchos de sus pacientes que, entre otros tratamientos, compraran agua de Benassal para beberla a diario e, incluso mejor, que acudieran a tomarla directamente de la fuente al menos unos días al año. Fue la época dorada del veraneo. Surgieron chalets familiares y nuevos hospedajes y el agua se envasaba en garrafas que se vendían por diversas provincias del litoral mediterráneo. Era cuando podía decirse que Benassal vivía principalmente de explotar sus aguas. La mayor parte de los habitantes se empleaban de una u otra manera en tareas relacionadas con el interés que despertaba el caudal de En Segures, cuyo entorno ya lucía el peculiar revestimiento en piedra del lugar, acabado en el característico pináculo sobre la fuente propiamente dicha. Unos se dedicaban a llenar garrafas, otros a transportarlas y venderlas; y luego todo lo que demandaba la atención y avituallamiento del considerable aumento veraniego de la población. Familias enteras pasaban varios meses en el pueblo y hasta contrataban servicio doméstico permanente. Eran tiempos de ver criadas con uniforme y cofia llevando de buena mañana los vasos de agua prescritos para sus señores o señoritas. Luego llegó cierta decadencia. Cambiaron los gustos turísticos y las costumbres para veranear, crecieron las urbanizaciones por otras partes y se puso más de moda la playa; proliferaron en el mercado otras aguas con mayor agresividad comercial, quedaron de lado recomendaciones médicas... El punto más bajo se registró a principios de los años 80. Pese a todo siguieron yendo los fieles, aunque en un claro clima de declive, y hasta 1990 -cuenta el alcalde- todavía doce o trece familias seguían viviendo de la venta del agua embotellada. Entre tanto, dos nuevas fuentes de riqueza rural se fueron extendiendo en Benassal: el cultivo del avellano y la recolección de trufas, tanto en el medio natural como, sobre todo, en plantaciones de árboles micorrizados. Ambas cosas siguen hoy en alza. Es un punto de prestigio en la limitada geografía trufera y una de las dos zonas de España -la otra alrededor de Reus- que produce avellanas. En cuanto al agua, Benassal está inmersa en nuevos proyectos y realidades para rentabilizar sus riqueza y vive una renovada pujanza. Después de algunas iniciativas que no dieron los mejores resultados apetecidos, la planta embotelladora municipal empieza a ser de nuevo rentable y prepara su expansión. Baudilio Martínez explica que, aparte de los mercados tradicionales (Comunitat Valenciana, Murcia, Cataluña y Madrid), Benassal está entrando en líneas de comercialización de aguas de alta gama y valor añadido. Los análisis acreditan sus propiedades diuréticas y su gran calidad, equiparada a las mejores a nivel internacional, y de ahí que esté entrando en cartas de aguas selectas y que se inicien prometedoras exportaciones a China y Brasil. Al mismo tiempo funciona un moderno balneario, de propiedad municipal y gestión privada, que ya está en los circuitos termales del país y atrae un flujo continuo de turismo de salud, alrededor del cual empiezan a reflotarse también otras instalaciones , dispuestas a rememorar pasados esplendores y aprovechar mejor la riqueza local de un agua incomparable.