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Usuari:Wikidona1981/proves

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Tesis fernando Isabel Vicente García, natural de Albacete y vecina de Barcelona, obrera de la popular fábrica de seda de la capital –la Sedeta- joven militante de las JSUC durante la guerra -como su compañera Leonor Zalabardo- fue detenida en febrero de 1940. La acusaron y condenaron no de un delito de guerra, sino de posguerra, cometido con posterioridad al primero de abril de 1939. Isabel Vicente se había integrado en la estructura clandestina del PSUC, asumiendo las funciones de secretaria del Socorro Rojo Internacional, limitadas de hecho a la asistencia y recolección de fondos para los encarcelados.

Se trataba del primer grupo organizado como PSUC que fue juzgado por el Tribunal contra la Masonería y el Comunismo: en total, 51 encausados. En el expediente figuraban doce mujeres, entre ellas María Domènech –que había sido regidora del ayuntamiento de Banyoles en 1937- las hermanas Teresa y Antonia Hernández, María González y Enriqueta Montoro, entre otras.

Isabel Vicente, que fue condenada a doce años y un día -de los que cumplió siete- describiría años después la primera impresión que recibió de la cárcel de Les Corts, que por cierto recordaba la imagen idílica que había proyectado en su momento el antiguo correccional de dones republicano:

“La impresión que nos causó cuando entramos, que era de noche, debían de ser las doce, fue bastante buena porque tenía una entrada bonita, con jardín, y nos pareció un palacio y que íbamos a estar bien. Nos metieron a las doce en un cuartito como sardinas en lata, pero como estábamos muy cansadas y muy angustiadas, por todo lo que había pasado en comisaría, aquella noche pudimos dormir un poquito. Al otro día por la mañana, cuando nos dimos cuenta de dónde nos habían metido, fue desesperante: los piojos, las chinches, la suciedad… Era algo que no se puede creer si no se ve”67 (CUEVAS, 2004: 549. En su testimonio, Isabel Vicente menciona en dos ocasiones a Leonor Zalabardo: la primera, a propósito de su detención en 1939, señalando que el grupo clandestino del que formaba parte no llegó a tener juicio (Ibidem: 548) y la segunda, acerca de su actividad en 1951 (Ibidem: 551)..

En otro testimonio, muy semejante, añadía:

“La impressió que ens causà el dia següent el “palau” fou la cosa més depriment que es pugui imaginar.

Dones, milers de dones dormint a terra, amb brutes màrfegues, polls, ronyes, xinxes per millons, perquè era un edifici molt vell i amb molta fusta, filtrats per tot arreu i corrent per les parets como legions en pla de batalla. Misèria i brutícia per tot arreu. Polítiques, comunes i prostitutes barrejades. Mares amb fills petits plens de panses, grans infectats, coberts de taques vermelles que produïa un desinfectant semblant a la mercromina d’avui (...)”68.

Isabel Vicente refería que ni sus compañeras ni ella querían comer el rancho al principio, pero que se vieron obligadas a hacerlo porque no tenían suficiente con la comida que les llevaban sus familiares. Si eso ocurría con las presas que tenían familia en Barcelona, la situación de las reclusas procedentes de otros lugares o en situación de traslado o expedición tuvo que ser mucho peor:

“Recuerdo que en el patio nos hacían estar todo el día; por la mañana nos levantaban, hacían el recuento, nos daban un café con leche, que decían ellos, pero aquello era agua sucia, nos hacían limpiar la sala, arreglar los petates y bajar al patio todo el día, y no nos dejaban subir para nada a las habitaciones (…). Recuerdo que en el patio, que era grande, en un rincón donde estaba precisamente la garita de guardia, que eran soldados, allí estaba toda la basura, hasta que venían a sacarla. Se formaban montones enormes y yo recuerdo mujeres yendo y viniendo a los montones a recoger las pieles de los plátanos, de las naranjas, y las mondas de patatas. Mujeres que en su mayoría eran campesinas, mujeres que habían vivido en las montañas, pero que en sus casas hacían sus comidas bien arregladas, se veían obligadas a ir a buscar los desperdicios porque se pasaba verdadera hambre72”

Isabel describía Les Corts como una cárcel de paso, lo cual agravaba precisamente los problemas de higiene, tal y como apuntaba el doctor Prado Castro, según veíamos más arriba:

“La cárcel de Barcelona se convirtió en una cárcel de paso: las que iban trasladadas a otras prisiones pasaban por allí. Venían por ejemplo expediciones a las dos o tres de la mañana. La cama era el suelo, tres ladrillitos, teníamos unas peleas tremendas porque si una hacía el petate antes, cogía un poco más de sitio. El caso es que cuando llegaban estas expediciones a las tantas de la madrugada teníamos que levantarnos y hacerles sitio, porque eran mujeres que venían deshechas, que habían pasado por varias prisiones, que llevaban muchos meses de un sitio para otro”73.

Isabel ponía así voz al fenómeno expuesto más arriba en los datos de las reclusas ingresadas en los traslados masivos o expediciones que hacían escala en Les Corts, de camino a otras prisiones centrales. Así, las reclusas del resto de la península que iban destinadas a las prisiones centrales de Girona o a Palma de Mallorca tenían que pasar obligatoriamente por Les Corts, y las de Girona, por ejemplo, que eran enviadas a cumplir pena a Palma, a los penales del norte o a la prisión central de Ventas –a partir de 1941- debían recalar también en la cárcel barcelonesa.

Según Isabel Vicente, encarcelada en febrero de 1940, al referirse a las monjas de la Caridad, “(…) ellas eran muy negociantas y más que nada se preocupaban del economato; la monja cogía su furgoneta se iba por los pueblos a comprar comida, la traían al economato y la cobraban como querían”104.

Isabel Vicente, que permaneció en Les Corts desde principios de 1940 hasta 1947, es decir, durante todo el periodo de gestión de la cárcel por la Hijas de la Caridad, recordaba a un director especialmente duro en cuestiones de disciplina-

Isabel Vicente también recordaba la ayuda que supuso la venta de labores de ganchillo:

“A la presó hi vam passar molta fam fins que vam aconseguir l’assumpte dels tapetes de ganxet. Aleshores era una cosa molt de moda, i algunes de les preses que anaven sortint en llibertat ens aconseguien comandes de comerços. Ens passàvem el dia a la presó fent tapetes, i això ens va solucionar el problema econòmic una mica”236.

Isabel Vicente García, que saldría en 1947, pero que volvería a Les Corts por temporadas más cortas, una de ellas por su participación en la huelga de tranvías de 1951.

Tesis de Ruth Isabel Vicente García nació en Almansa, Albacete, en 1917. Tenía tres años cuando su familia emigró en busca de trabajo a Barcelona. Con catorce años empieza a trabajar de obrera textil en la famosa Sedeta del barrio de Gracia. En 1936 con el estallido de la guerra civil, ingresó en las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña (JSUC) y en el PSUC, durante toda la guerra continuó con su trabajo en la Sedeta y a la vez participa activamente en la retaguardia y en el apoyo al frente. Al caer Cataluña emigró a Francia y fue recluida en los campos de refugiados del nordeste187 donde coincidió con sus compañeras de las JSUC, María Salvo y Soledad Real entre otras. En uno de estos campos dio a luz a su hija Nuria, sin asistencia médica y ayudada por sus compañeras, el 12 de septiembre de 1939. Al mes siguiente todas ellas serían trasladadas a la fuerza a España, por la frontera de Hendaya, en aplicación del Decreto Daladier sobre la Seguridad del Estado188. De vuelta a Barcelona, una vez acaba la guerra, colabora en el primer proceso de reorganización del PSUC. En febrero de 1940 la detienen en una redada masiva de cuadros y militantes, cincuenta en total, de los cuales doce eran mujeres. Enjuiciada y condenada a doce años de prisión en marzo de 1941 permanecerá en Les Corts hasta 1947. Cuando sale se reincorpora al trabajo clandestino y es detenida unas cuantas veces más, una de ellas en 1951 por sus actividades en la huelga general volviendo de nuevo a Les Corts, donde pasará seis meses encarcelada. En 1958 ingresó otra vez en la prisión, para entonces Les Corts ya se había desmantelado y la prisión de la Trinidad (su sucesora) todavía no existía, por ello pasa tres meses en un pabellón para mujeres habilitado en la prisión Modelo. En 1968 participó en la fundación de “Solidaridad”, comité de ayuda a los presos, y durante la década siguiente en la Asociación Catalana de Ex-presos. En las elecciones generales del 15 de junio de 1977 fue candidata del PSUC por la circunscripción de Barcelona. Tras la rotura del partido pasó a militar en el Partido de los Comunistas de Cataluña (PCC). Murió el 21 de marzo del año 2000.